Figura 1. Músculos laríngeos
1. Músculo cricotiroideo, 2. Músculo tiroaritenoideo, 3. Ligamento vocal, 4. Cartílago tiroides, 5. Apófisis vocal del cartílago aritenoides, 6. Apófisis muscular del cartílago aritenoides, 7. Cartílago cricoides, 8. Músculo interaritenoideo, 9. Músculo cricoaritenoideo posterior, 10. Músculo cricoaritenoideo lateral.
- 3 pares : aritenoideos, corniculados, cuneiformes
- 3 impares: tiroides, cricoides, epíglotis (figura 2).
Cambiando las posiciones, estos cartílagos hacen que las cuerdas vocales, que son dos labios horizontales ubicados en la parte superior de la tráquea y en la parte inferior de la laringe, se aproximan o se separen entre sí. Entonces el movimiento de los cartílagos resulta de la contracción de los músculos laríngeos intrínsecos que, a su vez, producen las distintas características de masa, longitud y tensión que alteran los pliegues vocales.
El paso de la columna aérea por la glotis y la variación del grado de tensión y de modificación de los pliegues vocales serán los responsables de la emisión de tono graves, agudos o medios que se emitan.
Los pliegues vocales conocidos como cuerdas vocales se insertan, por delante, en la cara interna del cartílago tiroides (posición fija) y, por detrás, en el proceso vocal de los cartílagos aritenoideos (posición móvil). Cuando se pretende emitir un sonido se aproximan en aducción o se separan entre sí (abducción).
Al encontrarse unidos y tensos son separados por la presión subglótica ejercida por el aire espirado que consigue hacer vibrar la mucosa cordal y generar una onda a nivel glótico a la que se asigna el nombre de tono fundamental (FO). Este tono fundamental posee modalidades fonatorias (ataque, cuerpo y filatura) y propiedades fonoacústicas (intensidad, frecuencia, timbre y duración) (Piccolli-Derman, 1972). (figura 3)
La producción de la voz depende de la relación equilibrada entre las fuerzas ejercidas por los músculos intrínsecos de la laringe que, en acción conjunta con otros sistemas como el auditivo, el vestibular, el sistema nervioso central y el periférico, ponen en en movimiento las cuerdas vocales.
La fuerza o presión ejercida por el aire al ser espirado desde los pulmones y la puesta en movimiento de las cuerdas vocales producen el sonido fundamental o sonido glótico. Éste continuará su recorrido por las cavidades de resonancia y por los órganos que articularán el sonido.
Las cavidades de resonancia son: el pabellón faringobucal, la región nasofacial, la región toracoabdminal y la región perineopelviana. De estas estructuras, las dos primeras son las principales y contienen órganos esenciales: la lengua y el velo del paladar, la faringe y la laringe.
El velo del paladar es un órgano pasivo cuya posición está afectada por los movimientos de la mandíbula, la lengua, faringe y laringe. Así, las modificaciones de forma y tamaño que sufre continuamente esta cavidad en la articulación fonemática determinan la resonancia vocal. Cualquier desviación de forma, tamaño o consistencia de la cavidad de resonancia y cualquier posición articulatoria defectuosa causan una resonancia vocal alterada.
El sonido fundamental Fo que proviene de las cuerdas vocales debe atravesar todo el tracto vocal, cuyas partes se comportan como cavidades de resonancia. Este efecto produce una ganancia sonora en algunas frecuencias particulares, lo que constituye el tono y el timbre característicos y personales de la voz humana.
La articulación es lo que le permite al ser humano ser escuchado y comprendido. Permite, a su vez, la pronunciación exacta de las vocales, la articulación neta de las consonantes, la distinción de cada sílaba y la elocución perfecta de cada palabra.
Comprende el respeto por la pronunciación, el resaltar las palabras valiosas, no dejar de pronunciar los finales, distribuir el tiempo entre las palabras y las frases, servirse de las inflexiones de la voz y de los matices dando vida a la imagen que describe.
Todo esto conforma el soporte fisiológico sobre el que se vehiculizan los procesos de comunicación del lenguaje hablado. Las más pequeñas desviaciones de este equilibrio, de por sí precario, producen notables alteraciones en el tono, la potencia o la calidad de la voz producida.
[Fuente: Scivetti, R.. El sustrato anatómico y funcional de la voz profesional. En: BUSTOS, I.. La Voz: La Técnica y la Expresión. España, Ed. Paidotribo, 2003. pp. 43-63]
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